jueves, 7 de febrero de 2013

Madrugo

El día ante mi intenta levantarse
en una arquitectura de desvanecimientos.
Las sombras son etéreas circunstancias
El vacío puebla el minuto.
Cada segundo en siglos se segmenta
y no llega el Sol inagotable.
Abro mis párpados en el tiempo sin peso
y en la estancia del instante vácuo.
Hay voces que gimen y se arrastran
y sollozos vagarosos que nacen.
Yo respiro soledad y penúmbra
y lo más elemental del vacío.
Yo mismo no tengo consistencia
y me ahogo en mi conciencia errátil

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