La lavandera
lava los harapos
de sus hijos y esposo
y ella está harapienta.
Desaparece en una reverberación
y otra reverberación la crea.
Sus manos son rutina
y ella es húmeda y ligera.
Imprecativa a veces
y como todas
es mujer avieza.
Entre las potencias maduradas
lava golpeando los trapos
sobre las piedras negras.
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