jueves, 7 de febrero de 2013

Fiebre

Esta noche estoy enfermo
estoy reflexivo.
Mis facultades y mis candiles
te esperan en el aguamanil.
...Invariablemente llueve a la hora del pífano.
Mi cenicienta
ven a mi desde el convento del istmo
pasa tus manos de llantén y mirto
sobre mi fiebre precolombina
sobre mi miopía y mi malaria.
Venus mía:
Arremete contra esa oscuridad
que me pone talúdes en los ojos
para hacerme dudar de tus colaboraciones hacia mi.
Ven. Ven vigilante: Clara o polémica.
Pasa tus dedos por las chimeneas de mi cuerpo:
Perfórame con esa dolencia tan tuya que calma
mis articulaciones de jesuíta roto e intransigente.
Eres el arlequin blanco que estás junto a mi en mis desconsuelos
y hace desaparecer la duda y la posguerra
en que siempre me envuelvo.

*
Ojiva dulce:
Tus cantos livianos y blandos
me hacen virar la cabeza con suave erotismo.
Ven y corrobora.... Y borra mis calvarios de sienes congeladas y ardidas
en esta hora de lluvia y de fiebre en que me falta tu maná.
(Ese que recoges de los estanques antes de que aclare más el día).
Ven.
Ven y desmóntame de este lecho de cuencos y de cobres.
Déjame ir en tu Pegaso a las estrellas marciales
y dame tu compañía, de regreso en regreso.
No.
No te alejes de mí a más de un respiro,
a más de una caricia.
No te alejes a más de un sí.
Quiero morir en tus brazos y no persiguiéndote.
Quiero caer en los palcos mullídos de tu alma
y recostarme siempre entre tus dunas de luciérnagas.
Quiero que me sanes o me entierres en tu piel de dilúvios.
...Recuerda que estoy enfermo esta noche y que me haces falta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario