No siempre se despierta la musa
hay días aciagos en que el poeta
la espera y la espera en su recinto.
Quiere verla bella y femenina
pero ella no deja el diván:
Está cómoda
entre los almohadones de plumas.
Cierra la cortina y olvida el trabajo.
Entonces, el poeta, encara la página en blanco
y para no caer en un tedio existencial
recuerda una vivencia y la describe
haciendo alarde de su técnica.
Pero la poesía,
esa cosa palpable e indefinible
no entra en el escrito...
Como este,
se pueden escribir
poemas sin poesía
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