pura, benéfica, azorada
iba rodando
por la tarde del llano:
Llevaba un antifaz cristalino:
Portaba varias caras y nombres:
surgía de fuentes de consonantes
y se enroscaban en tu callado cuerpo:
La perfección eras tú y tu arcoíris
y el beneficio celeste de tu voz
en el lugar donde rueda el minuto
y el segundo se trepa en tu mano:
Mirabas tus pecas pequeñísimas
agregadas al detalle y por detál
hasta la fronda misma de tu cuello
donde la pretensión de tocarte, toma forma
y tu nuca complaciente, madrugapara ser besada junto a tus otros poros
y hacer airar a la serpiente adánica
que sólo supo subvertir a Eva
pero ante ti, palidece y se deshace
con la pequeña culpa que la mengua
como a las que quieren compararse contigo:
Ni aún la tigresa tiene tus formas:
mucho menos las brasas en el vaho
pueden acceder a incluirse en tu cielo
( No porque no tengan tus pasiones dilectas )
sino porque naciste para ser envidiada.