Es cierto que somos
de mundos muy remotos.
De mares increados
de agrestes penúmbras.
Es cierto que soy de la espesura
y tú de la sabana.
El mundo giró
para traerte a mí.
Yo sólo era una ceniza sola
un guijarro pisado
lleno de desasosiego
y de desesperanza.
Pero al verte a ti
remontar la bahía
mi corazón se irguió
en montes aromados
y senti latir
mis sienes deslastradas.
Te puse un cinturon
de barro y de canela
y un anillo amarillo
hecho de viento y rayos.
Tú reíste entonces
y tu risa movió
todos mis paradigmas
y sentí el estrepito
de pasión tumultuosa.
Mi dicha fue tu dicha
borraste mis tristezas
y te nombre mi reina
entre bombos y sainetes
para que me besaras
a través de los siglos
mientras se bambolea
tu corona brillante
y pájaros extraños
van dibujando al mundo
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