He reservado el orbe
para tus ojos verdes
y la luz, soterrada, para el andar de tarde:
me he desvestido del luto que me mancha
para acercarme a ti, maravilla opalina:
cuerpo cristalizado, piernas de tornasoles,
que en el vaho caminas mientras la llovizna mengua
siendo vapor y éter y mariposa atlántica
que acude a la bungavilla con sus seis girasoles
mientras un río de sávila se desborda en mi lengua:
Ansiedad de ansiedades ante tu cuerpo cárdeno:
Precipitado, quiero estar sobre tu cuello
donde contemplaré tranquilo el Fin del mundo
mientras la paz del cielo nos penetra la frente
y las cosas se celan de ver nuestro armisticio.
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