de segundo a segundo, inalcanzables:
iban poniendo su mirada en mi iris,
me iban viendo con sus ojos albinos.
De repente, brotó el acre en las paredes
y se hurgó a sí mismo, con manos cristalinas:
se hizo una llaga a través del muro
y penetró por ella el Color, inquebrantable.
Tomaron los azules, mis sentidos
a los que me postré con deferencia
Los rojos manaban como sangre
de alguna vena que yo desconocía.
Ví al arcoíris retorcerse a complacencia
y sentirse brisa apenas hecho idea.
Alrededor, flotaron conmigo los espacios:
Fuí por ellos cercado y absorbido:
sobre mí cayó un mareo súbitomientras las puertas giraban en sus goznes
entonces comprendí que era bisagra
que ardía en la fogata de esa hora:
No eran visiones ni precogniciones,
simplemente, la fiebre, exacerbada
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